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Cosas que ver en Río de Janeiro

¿Te gustaría saber qué ver en Río de Janeiro? Antes de nada, es importante mencionar que es una ciudad muy especial. Su energía se percibe desde el primer momento, desde el ritmo de la samba que escapa de los bares hasta el bullicio de sus mercados. Lo primero que llama la atención es su fusión de naturaleza y ciudad: montañas, selva, mar y asfalto se entrelazan con una naturalidad que asombra. Las vistas desde cualquier punto elevado son increíbles.

Una de las cosas más fascinantes que ver en Río es su vida cotidiana. Desde grupos que juegan al fútbol descalzos en la arena hasta los vendedores de mate o açaí que recorren las playas con sus carritos. El arte urbano, presente en muros, escaleras y pasajes, habla de identidad y resistencia, y se suma al carácter expresivo de una ciudad que no teme mostrarse tal como es. Su gastronomía también es parte de la experiencia: probar una feijoada o un pão de queijo en un restaurante familiar revela tanto como cualquier museo.

Río es, en esencia, una experiencia sensorial. Es el sonido de los tambores en un ensayo de samba, el olor del mar mezclado con la brisa tropical, el sabor del coco frío bajo el sol. No se trata solo de lo que ves, sino de lo que sientes al estar allí. Una ciudad donde lo cotidiano se vuelve extraordinario.

Que ver en Río de Janeiro
Que ver en Río de Janeiro

Lugares que ver en Río de Janeiro

Río de Janeiro es una ciudad que impresiona desde el primer instante. Uno de sus íconos más reconocibles es el Cristo Redentor, situado en la cima del Corcovado, desde donde se obtiene una de las vistas más espectaculares de la ciudad. Muy cerca, el Pan de Azúcar ofrece otro mirador inolvidable, al que se accede por teleférico, y que regala una panorámica del océano, las playas y las montañas. Ambos lugares son imprescindibles para cualquier viajero.

Las playas de Copacabana e Ipanema son famosas en todo el mundo, no solo por su belleza natural, sino también por el ambiente vibrante que se vive allí cada día. Son espacios donde locales y turistas se mezclan entre vendedores ambulantes, música y deportes al aire libre. El Jardín Botánico y el Parque Lage, en cambio, ofrecen un respiro de tranquilidad rodeado de vegetación tropical, ideales para pasear sin prisa.

No puede faltar una visita al Maracaná, uno de los estadios más legendarios del mundo, especialmente si coincide con algún partido. El barrio de Santa Teresa enamora con su aire bohemio, sus calles empedradas y sus galerías de arte, mientras que el Escadaria Selarón, con sus coloridos azulejos, se ha convertido en uno de los rincones más fotografiados de Río. Es una ciudad que vibra con cada paso.

1. Copacabana e Ipanema

Pocas imágenes representan tan bien a Río de Janeiro como sus playas más icónicas: Copacabana e Ipanema. Ambas, aunque vecinas, tienen personalidades distintas que reflejan la diversidad de la ciudad. Copacabana es energía pura, con su famoso paseo de mosaicos en blanco y negro, chiringuitos rebosantes de vida y gente de todas partes jugando al fútbol, tomando el sol o simplemente mirando el mar. Hay una sensación de espectáculo continuo, como si en cualquier momento pudiera pasar algo inesperado.

Ipanema, por su parte, respira un aire más relajado y moderno. Sus aguas más claras, el fondo dominado por el cerro Dois Irmãos y el ambiente juvenil le dan un tono distinto, más estilizado pero igual de auténtico. Aquí, los atardeceres se convierten en rituales: cientos de personas se sientan en la arena para aplaudir al sol mientras se esconde tras el horizonte. El paseo junto a la playa es ideal para caminar, ver arte callejero y observar la vida diaria de los cariocas.

Entre ambas playas, la transición es casi imperceptible, pero sus matices están en los detalles: en el sonido de las olas, en los puestos de caipirinhas o en las conversaciones que se cruzan en múltiples idiomas.

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2. El Cristo Redentor

El Cristo Redentor no es solo el símbolo de Río de Janeiro, sino uno de los íconos más reconocidos de todo el mundo. Esta imponente estatua de 30 metros de altura, con los brazos extendidos sobre el cerro del Corcovado, domina la ciudad desde las alturas, ofreciendo una de las vistas panorámicas más espectaculares de Brasil. Desde allí se pueden ver las playas, la bahía de Guanabara, el Pan de Azúcar y la inmensidad urbana que se extiende entre montañas.

El trayecto hasta la cima ya es parte de la experiencia, ya sea tomando el tren del Corcovado, atravesando la selva de Tijuca, o subiendo en furgoneta. A medida que uno se acerca al monumento, la emoción crece: no solo por el tamaño de la escultura, sino por su carga simbólica, espiritual y cultural. Fue inaugurado en 1931 y desde entonces ha sido declarado una de las Nuevas Siete Maravillas del Mundo.

Además de la estatua en sí, el entorno natural que la rodea potencia su efecto. Sentirse bajo los brazos abiertos del Cristo es un momento que mezcla admiración y recogimiento, una postal imborrable de cualquier viaje a Río.

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3. El Parque Lage

El Parque Lage es uno de esos rincones mágicos de Río de Janeiro donde naturaleza, arte e historia se entrelazan de forma armoniosa. Ubicado a los pies del cerro del Corcovado, este antiguo jardín de una mansión del siglo XIX combina palmeras imperiales, senderos selváticos y una arquitectura señorial que cautiva desde el primer momento. En su interior se encuentra una antigua casa señorial, hoy sede de la Escuela de Artes Visuales, con una piscina central y vistas inmejorables al Cristo Redentor.

Pasear por sus senderos es adentrarse en una porción tranquila de la selva de Tijuca, con pequeños lagos, acuarios naturales y rincones que invitan a la contemplación. Es un lugar ideal para caminar sin prisa, hacer un picnic o simplemente disfrutar del ambiente tropical en plena ciudad. Los locales lo frecuentan tanto como los turistas, ya sea para hacer ejercicio o relajarse.

Además, el Parque Lage cuenta con una cafetería muy popular en su patio central, perfecta para disfrutar de un desayuno frente a la emblemática piscina. Todo el entorno rezuma una mezcla de bohemia carioca y herencia histórica que lo convierte en uno de los lugares más encantadores y fotogénicos de Río.

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4. La Escadaria Selarón

La Escadaria Selarón es uno de los rincones más emblemáticos y coloridos de Río de Janeiro. Esta singular escalera, que conecta los barrios de Santa Teresa y Lapa, fue intervenida artísticamente por el chileno Jorge Selarón, quien convirtió un espacio común en una obra de arte urbana única. Compuesta por más de 200 escalones decorados con azulejos de cerámica provenientes de más de 60 países, es un homenaje vivo a la cultura mundial.

Lo que comenzó como un proyecto personal en los años 90, se transformó en un punto de interés internacional. El artista dedicó su vida a la escalera, agregando nuevos azulejos constantemente, muchos donados por visitantes de todo el mundo. El resultado es una explosión de colores, símbolos y mensajes que invitan a la contemplación y a la fotografía.

Además de su valor artístico, la Escadaria Selarón refleja la historia de superación y pasión de su creador, que vivía justo al lado y trabajaba en ella casi a diario. Hoy es un lugar ideal para pasear, disfrutar del ambiente bohemio de Santa Teresa y entender cómo el arte puede transformar un espacio urbano en un ícono cultural.

5. Maracaná

Visitar el Estadio Maracaná es una experiencia obligada para los amantes del fútbol y la cultura brasileña. Inaugurado en 1950, este coloso deportivo es mucho más que un estadio: es un símbolo nacional, testigo de algunos de los momentos más icónicos del fútbol mundial. Con capacidad para más de 78.000 espectadores, ha acogido finales de Copas del Mundo, conciertos históricos y partidos inolvidables.

Caminar por sus gradas es revivir la emoción de generaciones que vibraron con los goles de Pelé, Zico, Romário o más recientemente Neymar. Su museo interior permite conocer la historia del fútbol brasileño, ver camisetas legendarias y recorrer los vestuarios donde se han preparado los más grandes del deporte.

Además, el recorrido guiado te lleva al borde del campo, donde puedes sentir la magnitud de este templo del deporte. Desde la escultura de Bellini en la entrada hasta las vistas panorámicas desde las gradas, todo en el Maracaná transmite pasión y legado. Es uno de esos lugares donde incluso quienes no siguen el fútbol pueden sentir algo especial. Una visita al Maracaná es, sin duda, una forma única de entender el alma brasileña.

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Qué ver en Río de Janeiro en un día

Pasar un día en Río de Janeiro es adentrarse en el alma vibrante de Brasil, donde naturaleza y ciudad se entrelazan con ritmo propio. La jornada puede comenzar con una visita al Cristo Redentor, el símbolo más icónico de la ciudad, desde cuya cima se contemplan vistas panorámicas impresionantes de la bahía y los barrios que la rodean. A continuación, el teleférico al Pan de Azúcar ofrece otra perspectiva única, con vistas al mar y a las playas cariocas.

Al descender, nada como recorrer el bullicioso barrio de Lapa, con su famosa Escadaria Selarón y sus edificios coloniales. Para el almuerzo, el barrio de Santa Teresa es perfecto: bohemio, lleno de arte y con encantadores restaurantes locales. La tarde puede continuar con un paseo por la orla de Ipanema y Copacabana, disfrutando del ambiente costero, los puestos callejeros y la brisa del Atlántico.

Si queda tiempo, una visita al Parque Lage o al Jardín Botánico permite un descanso entre vegetación tropical. Al caer la noche, una caipirinha con vistas al mar es la mejor forma de despedir un día en esta ciudad fascinante y llena de contrastes.

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Qué ver en Río de Janeiro y alrededores

Río de Janeiro es una ciudad llena de vida, paisajes impresionantes y una cultura vibrante. Además de los lugares más conocidos como el Cristo Redentor y el Pan de Azúcar, la ciudad ofrece una variedad de experiencias únicas que no te puedes perder. Si te gusta la naturaleza, el Parque Nacional de Tijuca, el bosque urbano más grande del mundo, es ideal para realizar senderismo y disfrutar de vistas panorámicas.

A pocos kilómetros de la ciudad, el Jardín Botánico de Río de Janeiro te transportará a un oasis de paz, con una increíble variedad de flora tropical. Al sur, Niterói, con su famoso Museo de Arte Contemporáneo, ofrece una arquitectura moderna y hermosas vistas del mar y la ciudad.

Para los amantes de las playas, el Pão de Açúcar es un lugar perfecto para disfrutar de la vista de las playas de Copacabana e Ipanema y sus alrededores. Si tienes un poco más de tiempo, te recomendamos hacer una excursión a Angra dos Reis o a las islas de Ilha Grande, conocidas por sus playas de aguas cristalinas y paisajes exuberantes.

Para completar tu visita, no dejes de explorar el barrio bohemio de Santa Teresa o perderte en el vibrante mercado de Saara.

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