Qué ver en Viena
Actividades destacadas

Visita guiada por Viena y la Ópera Estatal
Recorre salones imperiales y descubre secretos entre bastidores.

Tour por Viena y Palacio Schönbrunn
Un paseo real entre jardines, salones dorados y elegancia eterna.

Tour de los misterios y leyendas de Viena
Sombras, historias ocultas y personajes que aún rondan la ciudad...

Concierto en el Palacio Schönbrunn
Vístete de gala y déjate envolver por la música imperial.

Entrada a la Casa Museo de Mozart
Donde vivió, compuso y revolucionó la música. Todo empezó aquí.
Cosas que ver en Viena
¿Buscas ideas sobre qué ver en Viena más allá de los típicos palacios? La ciudad no solo presume de historia imperial, también vibra con una cultura viva que se saborea, se escucha y se siente en cada rincón. Para empezar, la música clásica aquí no es solo pasado: vivir un concierto en la Ópera Estatal o en alguna iglesia barroca es una experiencia emocionante, especialmente en la ciudad donde compusieron Mozart y Beethoven.
Y si hablamos de sabores, no puedes perderte una visita a una cafetería tradicional. Más que tomar un café, es casi un ritual: sillas de terciopelo, camareros con pajarita y la clásica combinación de café vienés con strudel de manzana o una porción de tarta Sacher. También puedes animarte a probar un Wiener Schnitzel en una de las tabernas típicas, acompañado de una cerveza local.
Cuando cae la noche, Viena sorprende con un ambiente animado y variado. Desde bares elegantes hasta locales de música en vivo, la oferta es extensa. El jazz, la electrónica y las pequeñas salas de conciertos mantienen viva la escena artística. Porque si algo tiene Viena, es que se disfruta a ritmo lento, pero con mucho estilo.


Lugares que ver en Viena
Viena es una ciudad que combina elegancia imperial con una energía cultural vibrante. Uno de los primeros lugares que debes visitar es el Palacio de Schönbrunn, antigua residencia de verano de los Habsburgo. Sus salones dorados, sus jardines perfectamente cuidados y el ambiente majestuoso te transportan directamente al esplendor del siglo XVIII.
En el centro histórico te espera la Catedral de San Esteban, símbolo indiscutible de Viena. Su torre sur ofrece una de las mejores vistas panorámicas de la ciudad, ideal para una foto de postal. A pocos pasos se encuentra el Palacio de Hofburg, que no solo impresiona por su arquitectura, sino también por sus museos, la Biblioteca Nacional y la famosa Escuela Española de Equitación.
Para completar la experiencia, no te olvides de explorar el arte vienés en museos como el Albertina o el Belvedere, relajarte en el Prater o perderte en las cafeterías más tradicionales. La ciudad está pensada para pasear sin prisa, descubriendo tesoros a cada paso.
Todo esto y mucho más forma parte de las mejores ideas sobre qué ver en Viena en 3 días.
1. El Palacio de Schönbrunn
El Palacio de Schönbrunn es mucho más que un edificio majestuoso: es uno de los mayores símbolos del esplendor del Imperio austrohúngaro. En sus orígenes, fue un pabellón de caza, pero a partir del siglo XVIII, bajo el reinado de María Teresa, se transformó en la opulenta residencia de verano de los Habsburgo. Su arquitectura barroca y su importancia histórica lo han convertido en uno de los puntos imprescindibles de Viena.
El complejo cuenta con más de 1.400 estancias, muchas de ellas decoradas al estilo rococó. En el recorrido por su interior destacan espacios como la Sala de los Espejos, donde Mozart ofreció conciertos siendo un niño, o la Sala del Trono, cargada de simbolismo imperial. Cada rincón revela cómo era la vida en la corte vienesa, con todo su protocolo y refinamiento.
Pero Schönbrunn no sería lo mismo sin sus espectaculares jardines franceses, diseñados con precisión geométrica y decorados con fuentes y estatuas clásicas. Subiendo a la Glorieta, se obtiene una de las mejores vistas del palacio y sus alrededores. Además, el recinto alberga el Museo de los Carrozas Imperiales, que completa esta inmersión en la historia de Austria.

2. La Catedral de San Esteban
En pleno corazón de Viena se alza uno de sus emblemas más antiguos: la Catedral de San Esteban. Esta joya del gótico europeo comenzó a construirse en el siglo XII sobre los restos de una iglesia románica y ha sido testigo de casi mil años de historia. Desde coronaciones imperiales hasta bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial, el edificio ha resistido y evolucionado, convirtiéndose en uno de los principales símbolos espirituales y culturales de Austria.
Su torre sur, de 136 metros, domina el perfil de la ciudad y ofrece una de las mejores vistas del casco antiguo para quienes se animan a subir sus más de 340 escalones. En el interior, las vidrieras de colores, el altar mayor y las capillas laterales crean una atmósfera solemne y fascinante. También destacan las catacumbas, donde descansan miembros de la familia Habsburgo y antiguos obispos vieneses.
Además de su valor religioso, la catedral es el epicentro de una zona repleta de vida, entre callejuelas con encanto, tiendas tradicionales y terrazas animadas. Sin duda, este templo es una de las grandes cosas que ver en Viena, tanto por su arquitectura como por el ambiente que lo rodea.

La música es la sal de la vida. Viena es el corazón de la música.
Wolfgang Amadeus Mozart
3. El Palacio de Hofburg
El Palacio de Hofburg es mucho más que una antigua residencia real: es el corazón político y simbólico de la historia de Austria. Durante más de seis siglos, fue el centro del poder de los Habsburgo, la dinastía que dominó gran parte de Europa Central. Situado en pleno centro de Viena, este imponente complejo refleja siglos de evolución arquitectónica, desde el estilo medieval hasta el barroco y el neoclásico.
Hoy en día, el Hofburg sigue muy vivo. Aquí se encuentra la sede de la Presidencia de Austria, pero también se pueden visitar espacios históricos como la Cámara del Tesoro Imperial, donde se guardan coronas, espadas y reliquias que narran el poder de los emperadores. Otro punto imprescindible es el Museo Sisi, dedicado a la fascinante figura de la emperatriz Isabel, con objetos personales y detalles de su vida lejos del mito romántico.
Además, no hay que perderse la elegante Escuela Española de Equitación, donde los caballos lipizzanos y sus jinetes ofrecen espectáculos que combinan precisión, arte y tradición. Recorrer el Hofburg es sumergirse en el pasado imperial de Viena, una de las grandes joyas para quienes buscan entender el esplendor de la capital austríaca.

4. La Escuela Española de Equitación de Viena
En pleno centro histórico de Viena, una tradición centenaria sigue viva entre adoquines, columnas y relinchos elegantes. La Escuela Española de Equitación, fundada en 1580, es uno de los centros ecuestres más antiguos del mundo y un legado vivo del Imperio de los Habsburgo. Aquí, la aristocracia vienesa perfeccionaba el arte de la doma clásica, una disciplina que ha sobrevivido intacta hasta nuestros días gracias a la minuciosa formación de los caballos lipizzanos.
La escuela tiene su sede en el majestuoso Palacio Imperial de Hofburg, concretamente en la Escuela de Equitación de Invierno, una sala barroca que por sí sola ya justifica la visita. Allí se celebran los famosos espectáculos ecuestres, donde caballos y jinetes ejecutan movimientos de gran precisión al ritmo de música clásica, en una coreografía que recuerda a una danza cortesana.
Además de los espectáculos, se pueden realizar visitas guiadas para conocer los establos, la historia de los lipizzanos y el exigente proceso de entrenamiento. Incluso es posible presenciar los ejercicios matinales, una forma más tranquila de apreciar la técnica. Sin duda, es una experiencia imprescindible entre las cosas que ver en Viena, especialmente para quienes buscan conocer la ciudad más allá de sus palacios y museos.
5. Parque Prater
Si solo tienes dos días en Viena y buscas un respiro entre palacios y museos, el Parque Prater es una parada perfecta. Este enorme espacio verde, situado cerca del río Danubio, ha sido un lugar de ocio desde que el emperador José II lo abrió al público en 1766. Desde entonces, combina naturaleza, historia y diversión en un entorno que mezcla lo tradicional con lo moderno.
El emblema indiscutible del parque es la Rueda de la Fortuna (Wiener Riesenrad), construida en 1897. Este icono de Viena no solo ofrece unas vistas increíbles de la ciudad desde las alturas, sino que también tiene un valor sentimental para los vieneses, como símbolo de resistencia tras sobrevivir a guerras e incendios. Subir a sus cabinas de madera es como viajar en el tiempo.
Además de la feria permanente, el Prater es ideal para alquilar una bici, caminar bajo los árboles centenarios o hacer una parada en alguno de sus restaurantes tradicionales. Ya sea para relajarte o para disfrutar del ambiente animado, el Prater ofrece una cara diferente de la ciudad. Una opción ideal que no puede faltar si te preguntas qué ver en Viena en 2 días.

Qué ver en Viena en 3 días
Si te estás preguntando qué ver en Viena en 3 días, aquí va un plan perfecto para aprovechar al máximo tu visita. La ciudad combina historia imperial, arte de primer nivel y rincones verdes que invitan a perderse sin prisa.
Empieza tu aventura en el Palacio de Schönbrunn, antigua residencia de verano de los Habsburgo. Pasea por sus jardines barrocos, recorre sus salones decorados al estilo rococó y sube hasta la Glorieta para disfrutar de unas vistas únicas. Desde ahí, puedes moverte al centro histórico para conocer la imponente Catedral de San Esteban, una joya gótica que lleva siglos vigilando la ciudad. Su torre ofrece una de las mejores panorámicas de Viena.
El segundo día es ideal para sumergirse en el pasado imperial visitando el Palacio de Hofburg, sede de emperadores y hoy hogar de varios museos, como el dedicado a Sisi. Y si te gusta el arte, la siguiente parada obligatoria es el Belvedere, donde te espera «El beso» de Klimt y otras obras maestras.
Para el tercer día, relájate en el Parque Prater, sube a su icónica noria o alquila una bici para explorar sus senderos. Así podrás despedirte de Viena con una mezcla de cultura, historia y aire libre. Un plan redondo para quienes buscan lo mejor que ver en Viena en 3 días.

Qué ver en Viena y alrededores
Cuando planificas qué ver en Viena en 4 días, una excelente idea es reservar uno de esos días para explorar sus alrededores, donde la historia imperial, la naturaleza y el vino se dan la mano.
Empieza en Mayerling, una pequeña localidad envuelta en misterio. Aquí tuvo lugar uno de los episodios más trágicos del Imperio Austrohúngaro: la muerte del príncipe heredero Rudolf y su amante en 1889. El antiguo pabellón de caza fue transformado en convento, y hoy se puede visitar para conocer más sobre este suceso que marcó el destino de los Habsburgo. Muy cerca, los Bosques de Viena ofrecen senderos tranquilos ideales para caminar y respirar aire puro.
Otra escapada ideal es a Kahlenberg, la colina desde la que el rey polaco Juan III Sobieski divisó Viena antes de liberar la ciudad del sitio otomano en 1683. Hoy, este mirador natural permite disfrutar de una vista espectacular sobre la ciudad y el Danubio, especialmente al atardecer.
No te olvides de Grinzing, un encantador barrio vinícola al norte de Viena, famoso por sus heuriger, tabernas donde puedes probar vinos locales en un ambiente relajado. Y si buscas un poco de bienestar, pon rumbo a Baden, una ciudad balneario con termas históricas, parques elegantes y un casino que frecuentaba Beethoven. Un día fuera de Viena, pero lleno de historia y encanto.
